Siempre estás en mi mente como un retrato en canvas. De generosos rasgos y colores pardos. Allí, apoyado en el lienzo, erguido, presumido y bello, siempre. Siendo tú, y con eso me basta. Porque existes, en mi marco artístico distinto de las otras dimensiones. Táctil y dócil, y muy, muy dulce.