domingo, 26 de septiembre de 2010

Diario de una emigrante.

Queridos todos.
Campiñas de fresa se renuevan, con una imagen más fresca, menos negra y espero que no tan oscura. A fin de cuentas, a partir de ahora toda mi vida da un giro de más de 170º. Seguro que será bueno para mí, muy bueno. Apartaré un poco a mi gente más cercana, pero la ataré cortito, para que no perderme mucho.
Quizás, con el tiempo, aprenda a ser menos caótica, a ser menos frágil y a alejarme un poco de tí. Y es que tengo un secreto, precioso por cierto, que ni tú has de saber.
Sabré hacerlo, además la Lingüística y la Historia seguro que me ayudan.
Y es que te tengo que confesar una cosa: me he cansado. Todos aquellos sueños rotos, húmedos o secos, hicieron mella en mí hasta la extenuación y la resignación. Ya no me creo lo que eres, ni si quiera acepto que seas algo en mí. No quiero que me conozcas, ni tocarte. No te conozco, ni si quiera te reconozco. Subiste tan alto, que no te pude alcanzar. Baja con cuidado, por favor, no quiero que te estrelles.

martes, 7 de septiembre de 2010

Libero.



Etéreo, una realidad imaginaria tangible en mis noches más calladas.


Y entonces, justo cuando te observaba, me di cuenta de que jamás lograría superarte.
Quizás debería coger un pincel y probar a describirte en colores. Serían los más bellos de todos, seguro: risueños toques de rojo coral acompañados de pinceladas fugaces de amarillo y azul, también habría otros, unos que nadie conoce su nombre.


Creo que me alejo de tí porque a tu lado bien podría quedarme toda una vida.