viernes, 17 de junio de 2011

pepinos

 Tenía un pescuezo limpio que se dejaba ver cuando no llevaba el pelo demasiado largo. Y ella se moría de ganas de probarlo. Paulita iba de inocente, poniéndole ojillos, pero no. En el fondo de ella se escondían unas intenciones perversas, como esas de deslizar la mano por dentro de su camiseta y que después la piel se le erizase.

Quería bailarle todas las aguas del mundo, dulces, muy dulces. 

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