domingo, 9 de enero de 2011

croquetas



Era uno de esos días en que a Paulita le encantaba escurrirse por debajo de su jersey, el de su chico. Y aspiraba su olor, no el de su perfume, si no el de su piel. Y entonces estornudaba por las motitas de polvo, pero a ella le daba igual; que más daba, si luego la abrazaría fuerte, o flojito, también le daba igual; la única condición era que le diera un beso, uno suave, o bueno, también fuerte, pero por lo menos que se lo diera. Bueno, si se lo daba fuerte, lo más probable era que luego no la soltase y acercase su cara a la de ella y frotase su barba contra la de ella, porque sabía que Paulita era un poco masoquilla y le encantaba.

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