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miércoles, 5 de enero de 2011
Turquesas rojas
Ayer por la mañana, Paulita sentía unas ganas enormes de hacerle el amor. Lo veía allí, sentado en la mesa, y tan concentrado en su trabajo, que no pudo evitar sentir un cosquilleo que aportaba calor a sus muslos.
Pero no quería caer en tan primitivo ataque; así que decidió darse un baño. También quiso relajarse un poquito, echando sales en la bañera de agua tibia, sabía que era mejor no calentar demasiado el agua, de lo contrario, se desharía. Encendió algunas velas que a ella le gustaba tener por si surgía la ocasión, como esta vez era el caso. Para poner la guinda, puso en su reproductor un disco de Marlango, con una canción bastante mona, a su parecer. Se desnudó rápidamente para no coger frío, si eso era posible.
Se metió en la bañera y apoyó su cabeza en una toalla y allí se quedó durante largo rato, esperando que eso se le pasara.
Después salió del baño envuelta en su albornoz rojo que él le había regalado por su cumpleaños.Y lo volvió a ver allí, sentado, pero esta vez tenía la vista puesta en ella y en sus ojos ya no estaba la concentración de antes, si no que la recorrían y se clavaban en ella. Y eso le provocó una sacudida a Paulita, le sonrió y él le correspondió, con una sonrisa aún más amplia.
Se dirigió a su habitación, allí dejó que el albornoz resbalara por su piel hasta caer al suelo. Vio su guitarra, la que a veces tocaba él y la cogió y se puso a tocar algunas notas. Oyó un ruido detrás de ella. Allí estaba, posado bajo el marco de la puerta, mirándole con la sonrisa picarona que ya preludiaba lo que Paulita había intentado controlar por todos los medios. Fue a hasta ella, y se sentó detrás de ella, situando una pierna a cada lado de ella.
-No así, no- Paulita quería igualdad de condiciones, hombre ya. Así que él, se quitó su camiseta y se colocó justo detrás de ella, sentados los dos en el borde de la cama, piel con piel. Deslizó sus manos por su espalda, recorriéndola y memorizando cada lunar. Paulita se moría, no de verdad, claro que no. En una de las excursiones de las manos de Marco, Paulita rompió una cuerda de la guitarra. -Ummm...
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